Como bien sabemos, es relevante cada rol que llevan a cabo nuestros adolescentes en su desempeño ocupacional. Es por lo anterior, que nos centraremos en esta nota, en uno de los principales, siendo el rol de estudiante. Desde muy temprana edad se posiciona con fuerza, generando hábitos, rutinas y aprendizajes tanto cognitivos, sociales y emocionales, a los que debe enfrentarse y adaptarse en cada situación en la que participa.
En la adolescencia existe un cambio significativo, no sólo en su proceso de crecimiento, sino que en la transición que ocurre desde el ambiente escolar al universitario. En este espacio pone en juego sus capacidades y habilidades cognitivas, las que asocia con competencias básicas y consistentes que le permiten explorar el ambiente y responder a las demandas de éste. Son sus funciones ejecutivas las que le permiten tener una mayor preparación y habilidades para analizar la información a diferentes niveles de complejidad, mayor flexibilidad cognitiva para habituarse a patrones culturales y mejores respuestas adaptativas a lo nuevo, entre otras.
El aprendizaje se torna crucial en cuanto a la percepción que otorga el adolescente a éste, vemos reflejado no sólo su capacidad cognitiva, sino que su sentido de autoeficacia también, se refuerza su autoconcepto y este entorno le permite socializar y validarse con otros. En esta etapa los estudiantes universitarios se ven enfrentados a desafíos propios de la formación profesional al visualizar las habilidades necesarias a desarrollar y culminar con éxito su carrera.
Es relevante considerar que el aprendizaje es dinámico y social, y éste se ve interferido en gran parte por lo que son las emociones, ya que las cosas que considera importante el estudiante en términos de aprendizaje tendrán una mayor implicancia significativa en su proceso de educación, por lo tanto, la enseñanza debe motivar al estudiante para obtener buenos resultados y permanencia en la actividad en la que se está formando.
Hoy en día se ha comprobado que las emociones forman parte de la capacidad de creatividad de cada persona, de la motivación y la iniciativa, por lo tanto, la línea de las neurociencias de las emociones ha generado beneficios en cómo puede apoyar a los estudiantes en la regulación de la vida socioemocional, ha generado apoyo en los procesos de sobrevivencia y a su vez en la comprobación que las relaciones sociales y los logros intelectuales, ya que utilizan los mismos sistemas cerebrales (Rojas-Barahona, 2017), por lo tanto apoya al estudiante en este equilibrio químico, fisiológico y hormonal en sus procesos de aprendizaje, siendo crucial hoy en día vincular las emociones y el control de éstas en este rol.
Soledad Henríquez
Terapeuta Ocupacional infanto juvenil